Casa de les Aigües (Montcada i Reixach, Barcelona)

Esta propuesta de la Casa de les Aigües es más que una visita a una antigua estación de extracción de bombeo de las aguas subterráneas del río Besós. Es un paseo por nuestra historia, donde conoceremos cómo se gestionó el agua de uso industrial y de boca, en la ciudad de Barcelona y alrededores, desde la época romana hasta finales del s. XX ¡Te sorprenderá!

Sólo al conocer nuestra historia, podemos entender y valorar cómo hemos llegado a tener las comodidades que disfrutamos hoy, y en este caso podremos ver cómo el agua del río Besós, ha estado suministrando agua a la ciudad de Barcelona, desde la época de los romanos, hace 2000 años, con el uso de los acueductos, hasta el cierre de los pozos de agua, que aprovechaban el agua del subsuelo, a finales del s. XX. Sí, sí, has oído bien ¡Los ciudadanos de Barcelona bebían agua del Río Besós! Algo desgraciadamente impensable a día de hoy.

Esta parte de la historia no te constará un euro, pues la entrada a las instalaciones es gratuita. Y además añado, que el primer domingo de cada mes, hacen una visita guiada con cita previa ¡Actividad obligada! Pues después de leer este artículo seguro te quedas con las ganas de saber más ¡Seguimos!

Hablamos en todo momento, de la visita a la Casa de les Aigües, también conocida como los pozos de Montcada, en el Vallés Occidental. Forma parte del conjunto de infraestructuras que puedes encontrar en el Parc de les Aigües, y que se construyeron a la lo largo de la historia en dicha población para el aprovisionamiento de agua a la ciudad de Barcelona como son el Rec Comtal (Edad Media) y la Mina de Montcada (s. XVIII).

Está situada en un lugar discreto, pasando totalmente desapercibida su existencia. El acceso en coche es complicado, y encontrar aparcamiento una odisea, por lo que es recomendable aparcar en el extraradio, y hacer los últimos metros andando. O si eres más de hacer cicloturismo, es un buen destino si te apetece hacer un recorrido paralelo al río, ya sea desde la montaña o desde el mar, desde las poblaciones más cercanas, como pueden ser Mollet o San Adrián del Besós.

Para los amantes del turismo industrial, tal como he avanzado al principio del post, se trata de una antigua estación de extracción de bombeo de las aguas subterráneas, destinadas al abastecimiento de agua potable a la ciudad de Barcelona.

Como dato curioso, los pozos estuvieron en funcionamiento entre 1878 y 1987, cuando se dejó de extraer por su alto nivel de contaminación.

Lo que más me impresionó de toda la visita, además de lo bonito que es todo el complejo, pues en la época que se construyó, no sólo tenían en cuenta su funcionalidad sino también su estética, es la impresionante máquina de vapor vertical, de las que ya sólo quedan unas pocas en el mundo, y una la tenemos ¡Justo a la vuelta de la esquina! ¡No te la puedes perder! ¡Impresionante!

Pero vayamos al principio de la historia…

En tiempo de los romanos, ya hacían llegar agua del río Besós, a Barcino (Barcelona) desde Montcada, mediante una serie de acueductos (s. I), que tenía algo más de 11 quilómetros de longitud. Y tan mal no lo debieron de hacer, pues fueron utilizados hasta el s. X. Es más, actualmente podemos ver conservados algunos de sus arcos, en la Plaza 8 de Març, del Barrio Gótico, en Barcelona ¡Eso si que eran construcciones de calidad si tenemos en cuenta que han pasado ya 20 siglos!

Pero todo evoluciona, construyéndose por orden de los condes de Barcelona, el conocido Rec comtal (s. X), con el único objetivo inicialmente de regar y mover los molinos de harina, y en 1703 también abastecer la ciudad condal.

Se trataba de un gran canal a cielo abierto, con muros de piedra de Montjuïc, de unos 12 km, que recorría el margen derecho del río, resiguiendo parte del antiguo acueducto romano, desde Montcada a Barcelona, desembocando en el mar.

En tiempos de Jaume I, se hizo el primer intento de aprovechar la acequia para el suministro de agua potable, pero no fue hasta el año 1778, que el canal sufrió la ampliación de otro ramal, aprovechando las aguas subterráneas, dando nombre a la mina antigua de Montcada, dividiendo los caudales en dos: uno destinado a la industria y agricultura, otro destinado al agua de boca.

Las galerías de la mina vieja de Montcada, que hacen cerca de 1,5 km, acababan en la Casa de la Mina o Reixagó, que actuaba como protección en la boca de la mina. Actualmente el edificio es un casal de gente mayor.

En el año 1825, se construyó la mina baja de Montcada, con unos 10 km de longitud, que proveía de agua la parte baja de la ciudad de Barcelona, para hacer llegar el agua a las fuentes situadas en Canaletes, Portal de l’Angel y Porta Ferrissa, entre otras. Otro dato curioso, es que no fue hasta el año 1965 que se suprimió definitivamente el suministro de agua del Rec Comtal.

Actualmente aún se pueden ver las instalaciones de la mina (El Reixagó), el Rec Comtal y las galerías de la mina, en el Parc de les Aigües, en Montcada i Reixac.

¿En qué momento de la historia aparece la Casa de les Aigües?

La historia se repite, y el motivo de su construcción fue a raíz de una sequía extrema que sucedió durante el siglo XIX.

El proyecto fue subvencionado por el Ayuntamiento de Barcelona, y el objetivo de su construcción fue llevar agua potable a las fuentes públicas de los barrios de Ciutat Vella y de la Barceloneta.

Finalmente, el Ayuntamiento de Montcada, gestionado por la empresa municipal Aguas de Montcada, construyó las instalaciones de captación y tratamiento de las aguas subterráneas del acuífero del Río Besós, cuya inaguración fue el día 21 de junio de 1878, realizada según el proyecto del arquitecto municipal de Barcelona, Antoni Rovira i Trias.

Tras unos años en funcionamiento, volvemos a tener un punto de inflexión en nuestra historia que nos obliga a seguir tomando decisiones, y esta vez vino de la mano del tifus, que azotó la ciudad de Barcelona en el año 1914.

Por este motivo, entre los años 1915 y 1919, Aguas de Montcada decidió renovar el sistema de agua de boca, construyendo en el mismo recorrido el acueducto Bajo de Montcada, que llevaría el agua hasta la Casa del Agua de Trinitat Vella, donde ésta era bombeada hasta el depósito de Trinitat Nova, para a su vez ser clorada y distribuida en la zona noroeste de la ciudad.

​La Casa de les Aigües estuvo en funcionamiento un poco más de un siglo, cerrando sus puertas en el año 1989, debido desgraciadamente, a la contaminación del agua del acuífero del Besós. Tras su cierre, sufrió un proceso de deterioro, hasta que se decidió en el año 2005, realizar una obras de rehabilitación, mediante una subvención del fondo FEDER, actualmente formando parte del patrimonio como Bien Cultural de Interés Local.

Un breve paseo por el recinto

El recinto es alargado, tiene dos accesos por los extremos y ocupa una superficie de 4320 m2, habiendo la Casa del Maquinista, la nave central donde encontramos la propia estación de captación y tratamiento de aguas, una chimenea y construcciones anexas, todo ello rodeado por un jardín románico.

Al entrar en el lugar, lo primero que nos encontramos a la izquierda, es la «Casa del Maquinista», es decir, la vivienda del encargado del mantenimiento de las instalaciones. Esta edificación siguió la misma tendencia que tenían las casas de verano, típicas de Montcada a finales del S. XIX, es decir, bajo mi punto de vista, sencilla, señorial y preciosa. Si esta casa era la del responsable de mantenimiento ¡Imagínate cómo debería de ser de la de un burgués de la época!

Justo enfrente de ésta, nos encontramos con el edificio principal, la «Sala de Pozos», situado en medio del solar, donde desde el exterior, de ladrillo de obra vista, hasta el interior, está cuidado hasta el más mínimo detalle, como pueden ser las lámparas, o el mosaico del friso que simboliza la filtración natural del agua, entendiendo en todo momento que estamos en una instalación industrial. Pero es lo que tenía la época modernista, conjugando en todo momento la función y la forma, lo funcional y lo estético ¡Siempre me sorprende!

Aunque lo que llama más la atención, sin duda, son las barandillas de hierro forjado que rodean y protegen, los tres pozos de acceso a los depósitos de agua ¡Increíble de bonitas! Éstos podían bombear cada día ¡23.000 metros cúbicos de agua!

Para rematar la visita, en la parte central, nos encontramos con una gran inscripción conmemorativa de la apertura de las instalaciones, con dos ángeles y el escudo de Barcelona en relieve.

Anexo a esta sala, y para sorpresa del visitante y amante del turismo industrial, te encuentras con tres calderas, y un par de impresionantes y super bien conservadas máquinas de vapor vertical, destacando la presencia de unas columnas estriadas de hierro fundido y capitel dorado.

De repente, cuando estás un rato en estas salas, es como si volvieses a pleno s. XIX. Si no entré tres veces más a esta sala antes de abandonar el recinto, no entré ninguna ¡Me quedé boquiabierta! Y mira que Daniel y yo hemos visitado unas cuantas industrias. Pero bonita como esta sólo la iguala, pensando así rápido, la sala de la burra del Museo Nacional de la Ciència i la Tècnica de Catalunya, en Terrassa, que también la recomiendo visitar, aunque se nos vaya de tema en este blog.

Al salir, a pocos metros, encontramos la «Sala de Control», presidida por un gran deposito, donde se medía el caudal y la calidad del agua. En su interior destacamos, arquitectónicamente hablando, un asiento de baldosa vidriada.

​Y justo en la parte trasera del recinto, es una lástima porque está un poco abandonado, pasado un arco y un pequeño puente, hay un pequeño rincón al que vale la pena acercarse aunque sólo sea por curiosear imaginándose como sería en la época.

También recomiendo pasear alrededor de los edificios, sobre todo de la «Sala de Pozos», pues el exterior no desmerece la belleza del interior, además de transmitirte hoy una paz difícil de imaginar entonces con los pozos en funcionamiento, y las máquinas de vapor funcionando a todo trapo.

Bibliografía

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