Me encanta el senderismo, he ido en BTT muchos años, y últimamente me he aficionado al cicloturismo con mi bicicleta plegable, por lo que en algún momento he tenido la necesidad imperiosa de ir a hacerle una visita al Roca en plena naturaleza.
Y tras conseguir encontrar una mata que me permitiese esconderme (misión imposible para las mujeres, en según que partes de la montaña je je je), y hacer mis cositas, durante años tengo que reconocer, que el pañuelo de papel que utilizaba, lo enterraba en la tierra, pensando que, total, es biodegradable, por lo que tarde o temprano, formaría parte de la tierra.
Afirmación totalmente cierta, pues buscando por internet, dicen que un pañuelo de papel, lo que nosotros conocemos como Kleenex, tarda unos 12 meses en degradarse, rebajando el tiempo a 2 meses, si existe humedad y altas temperaturas.
Pero fue cuando dimos la vuelta a la isla de Menorca, organizado por Camí de Cavalls 360º (a los que recomiendo totalmente), cuando tomé conciencia de la importancia de mantener el entorno libre de residuos ¿Cómo iba a ser capaz de dejar, aunque fuese un pañuelo de papel, aún enterrado, en un entorno tan idílico?

Porque a pesar, que con el paso del tiempo se pueda degradar, y desaparecer, estás de acuerdo conmigo, que no es agradable ir por la montaña, y ver en todos los rincones que recogen las condiciones de «apto», estén llenas de pañuelos, que a menos podrían haber tenido, mínimo, el detalle de enterrar, para dejarlo un poco curioso, la verdad.
Desde entonces, así lo hago, y así animo a que lo hagas tu también, llevo siempre conmigo unas bolsas de recoger la caquita de los perros, en concreto, las que son biodegradables, y allí guardo el pañuelo de papel que haya utilizado, de manera que en la montaña no dejo ni rastro de mi paso. Y cuando llego a casa, lo echo en el orgánico.
¿Qué te ha parecido la iniciativa? ¿Te animas a hacerlo a partir de ahora? ¿Ya lo hacías? Comparte con nosotros tu experiencia 😉